sábado, 2 de enero de 2010

Batiendo records sobre ruedas

No quería meterme en berenjenales sobre este tema cuando lo ví en los titulares del informativo, pero las palabras del señor Rubalcaba minutos después mientras exponían la noticia me han tirado de la lengua más de la cuenta, y no me queda más remedio que soltarlo si no quiero que el estómago me dé la noche.


Resulta que vuelve a bajar el número de muertos en carretera, alcanzándose cifras para las que habría que remontarse a mediados de los sesenta. Interesante dato, me digo, aún con un ligero pinchazo de incredulidad. Pero lo mejor llega cuando el socio cuenta en la rueda de prensa que el grupo donde el descenso de muertes resulta más notable es el de los jovenes, entre los 18 y los 30 años. Ahí ya se me enciende la luz de alarma. Te están vendiendo la moto, me digo. No puede ser cierto.

Entonces una hipotesis se abre paso en mi cabeza. Descenso de muertos, correcto. Pero, ¿qué hay de los accidentes? ¿Cúantos guantazos se han producido, teniendo en cuenta cómo andan las cabezas y con tanto xufasxufurius suelto? Con tanta caja de bombas en manos de personajes que se creen Airton Senna porque una vez derraparon en una curva y no acabaron mirando a Valdemoro. Tal vez mi planteamiento vaya desencaminado pero, de ser cierto, me parece que no hemos ganado gran cosa, o que la interpretación de las estadisticas solo habla de la mitad de la broma. Cierto sería que a unas cuantas madres les han evitado acudir semanalmente al kilometro tal de cierta carretera a ponerle un ramo de flores al punto donde su hijo se dejó el pellejo, y que todos aquellos que pudieron quedarse en el sitio y no lo hicieron, siguen ayudando a mantener el sistema de pensiones, pero algo ahí no cuadra.

Visto de esta manera, los fabricantes se dan la enhorabuena. Los innumerables sistemas de seguridad activa y pasiva están cumpliendo con su deber y del amasijo de hierros sale indemne quien en otro caso hubiera salido por fascículos -qué menos que crear trastos capacitados para el vuelo rasante y no inventar sistemas con los que proteger a quienes van dentro-, y en televisión aparece el político de turno, apuntándose el tanto y  felicitándose por su buena actuación y felicitando a los españoles, dado que, según sus palabras, conducimos muy bien. Cierto es que nuestros vecinos lusos dejan mucho que desear al volante, pero me temo que por estos lares no tenemos ni el más mínimo derecho a sentirnos orgullosos -salvando siempre honrosas excepciones, que alguno quedará por ahí-, y menos aún los imberbes a lomos de trastos con 170 cv que te piden paso en cuanto una curva dista de otra cincuenta metros.

Me gustaría pensar que nada de lo que digo es cierto, que conducimos de escándalo y que además de menos muertos, las cunetas no están llenas de paragolpes. Mientras tanto no puedo evitar acordarme de cierta anecdota hace varios años, en la cual el gobierno de turno -no recuerdo quienes diablos eran; al caso da lo mismo- se daba la enhorabuena por haber disminuido o pretender disminuir ampliamente la lista de parados del pais en base a una reforma legislativa que obligaba a los estudiantes inscritos en el INEM a irse dando de baja. Y es que quien sabe, sabe. Y quien no...

2 comentarios:

  1. Yo pude salir ileso de una conjunción de plásticos y chapas mezclaos. No se me había ocurrío pensar en lo que acabo de leer pero va a ser que tienes razón. Almenos a mi me has convencío. Conste, además, que yo también espero que estés equivocao. Saludos

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  2. Por cierto, estoy deseando leer lo que Jose tenga que decir al respecto.

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