miércoles, 3 de marzo de 2010

DeLibros: El pintor de batallas

Si bién tengo la intención de crear un artículo un poco más completo sobre esta obra cuando por fín me centre en los libros y la fotografía, he dedidido emplear un fragmento de El pintor de batallas, de Arturo Pérez-Reverte, como arranque de esta sección dedicada por entero al único vicio que jamás podré dejar -el tabaco a su lado es una gilipollez-: los libros.

Un fresco circular que está siendo pintado en una antigua torre vigía a orillas del Mediterráneo por un fotografo de guerra retirado, y cuyos motivos representan la imagen que este nunca logró obtener a través de la cámara. La visita inesperada de un personaje del pasado, que busca justicia a su modo. El recuerdo perenne de una mujer muerta años atrás que condicionó cada instante desde que las miradas de ambos se cruzasen frente a un cuadro. Guerras y simetrías, junto a un profundo análisis de la condición humana que convierten esta obra en una de las imprescindibles para tratar de comprender qué somos y por qué.

Por su calidad, la obra merecería ser reproducida integramente, o al menos una gran cantidad de fragmentos que conformarían el puzle casi completo de la novela. En esta ocasión, y aprovechando mi reciente entrada en el mundo de la Fotografía -la de verdad: luz, foco, encuadre y todo aquello- cito el fragmento en el cual Faulques rememora la entrada de Olvido en el mundo de la fotografía a pie de trinchera.


"Por el rabillo del ojo Faulques la veía trabajar, pálida, ávida, con intensas miradas en torno entre foto y foto, sin abrir la boca. Ni un lamento ni un comentario; dispuesta y sufrida como una alumna voluntariosa. Haz lo que haga yo, había dicho él. Muévete igual. Hazte invisible. No uses prendas militares ni llamativas, no pises fuera de carreteras asfaltadas, no toques objetos abandonados, no te recortes inmóvil en puertas ni ventanas, nunca levantes una cámara al sol cuando haya aviones o helicópteros volando cerca; y recuerda que si puedes  ver a un hombre con un fusil, también él puede verte a ti. Nunca aproximes demasiado la cámara a la gente, a los que lloran, sufren o pueden matarte. La única presencia tuya, la primera que deben advertir, es el ruido del obturador de tu cámara. Calcula distancias, foco, luz y encuadre antes de acercarte, hazlo con sigilo, trabaja en silencio y desaparece con discreción. Antes de entrar en zona de riesgo, averigua cómo vas a salir, observa el terreno, busca puntos protegidos, dirígete de uno a otro por etapas o saltos. Recuerda que cada calle,  trinchera, colina, árbol, tiene un lado bueno y un lado malo; no te equivoques al  identificarlo. No compliques tu vida sin necesidad. Y sobre todo no me la compliques a mí."


Artículo dedicado al magnífico Arturo Pérez-Reverte, en este 3 de marzo en el cual, a sus 59 largos tacos, sale a la calle su última novela -esperemos que solo de momento-, El asedio, que espero algún día tenga un merecido hueco en esta sección.


No hay comentarios:

Publicar un comentario