lunes, 4 de octubre de 2010

Regreso de la manga larga

Ya no se la echaba de menos. Casi nadie se acordaba probablemente de ella tras un verano seco y duro como no se padecía desde hace tiempo. Para unos ya resultó un hecho extraño el poder prescidir del ronroneo constante y sordo de los equipos de aire acondicionado durante la noche, tras casi dos meses durmiendo ligero de ropa tirado sobre la cama; poco más adelante bastaba tener puertas y ventanas abiertas durante el día para olvidarse definitivamente de los tan imprescindibles como dañinos equipos de refrigeración.

El sol se pone tras los tejados de Calle Melancolía
Hay cierta frase, tan pesimista como válida, que dice algo así como que todo lo que ocurre acaba pasando, hasta lo malo. Con nuestro verano ha sucedido algo parecido. Día tras día, noche tras noche, sintiendo cómo el calor te derretía desde los tobillos hasta las neuronas; hora tras hora ansiando ver ponerse un sol que aparecía demasiado temprano, tanto que el mercurio no había bajado a su salida por debajo de los veintiseis grados en el mejor de los casos.

Pero parece que su muerte definitiva ha llegado, pensaba esta mañana cuando, al poner un pie en el suelo, sentía ese ambiente más frío que fresco a mi alrededor. Primeros de octubre, lluvias que empañan cristales y obligan a aligerar el paso en las aceras, días que faltos de luz sureña se tornan al blanco y negro de las películas de Pepe Isbert, y una reverencia a las prendas de manga larga que vuelven de unas vacaciones que parecieron no querer nunca abandonar.

2 comentarios:

  1. No parece tener mucho sentido un comentario en este post a estas alturas pero bueno, almenos que sirva para que veas que, tal cual te dije, ahora que tengo más tiempo puedo sentarme a leer tu blog con la tranquilidad que ello requiere.

    Con respecto al texto, supongo que a estas alturas en la capital de la autonomía no hace ni una pizca más de frío que en Jaén cuando escribías esto. Eso si, de agua estoy hasta la coronilla.

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