jueves, 17 de febrero de 2011

La guerra silenciosa

No disparan aunque tiran a matar. Cualquier prejucio supone información más fiable que una explicación, mientras que cualquier explicación seguro es tan matizable como para no explicar nada o como para decir algo completamente opuesto a lo que expresa.

En la guerra silenciosa cada acción tiene una justificación negativa y cada mirada es una declaración de intenciones. Nunca se ve más sangre derramada que la propia, ni más escombros que los dejados por el paso del otro. Cada día que transcurre en aparente calma deja más daños que la guerra misma, cada día de silencio conduce más rápido hacia un final inconcebible.



En la guerra silenciosa a menudo no hay muertos de la misma forma que nunca hay vencedores, solo vencidos sin hogar a causa de la peligrosa mezcla de orgullo y desgaste, arrodillados frente a la espada hincada en el suelo con la que defendieron la nube de aire que creyeron su territorio.

Y así sea hasta que muerte en vida os separe.

3 comentarios:

  1. Yo no, mis guerras silenciosas duran poco, evito todo lo que me aporta malas vibraciones, lo echo de mi vida. No estoy dispuesta a no ser feliz.

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  2. Es también mi teoría. Si algo me a hacer daño, a complicar la vida de alguna forma, lo soluciono si puedo y si no lo aparto de mi mundo; ello, claro está, cuando es posible. El paso por este asqueroso mundo se reduce a dos días y no pienso pasarlos encabronado.

    En otros casos las guerras se ven de lejos pero se padecen de cerca, y no hay solución posible cuando no se es más que un mero espectador.

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  3. Pues me alegra que os escapeis. Por mi parte, vivo en una guerra silenciosa continua pero ojo, no con cualquiera sino con MI PROPIA guerra silenciosa.

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