Volviendo a una costumbre dejada de lado durante las últimas tres semanas, anoche me presenté a la cita con el CineClub universitario, para asistir a la proyección de la segunda película del ciclo Lógica y operatividad de una retrospectiva de escalofrío, organizado por el profesor Julio Ángel Olivares Merino.
El título presentado anoche fue Suspiria, filme del año 1976 dirigido por Dario Argento. Una joven y guapa Jessica Harper interpreta a la estudiante que ingresa en una exclusiva academia de baile, en cuyos pasadizos secretos se cuecen historias de brujería. Desde el momento de su desembarco en el aeropuerto, cada uno de los detalles de cada situación invitan al suspense -de entrada, la música intensa y repetitiva, la tormenta o la soledad de la protagonista cuando sale por las puertas automáticas de la terminal-, manteniendo al espectador en tensión durante casi todo el tiempo hasta llegar al final.
Haciendo honor al género de terror, varias escenas invitan a removerse en el asiento. Los efectos especiales son muy limitados, cosa que no puede reprocharse a un título de mediados de los setenta, pero aún así un adecuado juego de luces y sombras, el ritmo acelerado de la música y el encuadre de la cámara en cada momento invitan a meterse dentro de la película y sentirla de principio a final.
Cualquier película mejora en la gran pantalla respecto al televisor de casa, por mucho que tengas uno de 42 pulgadas con home cinema -que no es mi caso…-, pero títulos como este creo que ganan gran parte de su intensidad precisamente a las características que le brinda la gran sala de cine.
Una vez más, cierro recomendando al lector -siempre que sea mínimamente seguidor del género- que vea esta película si tiene ocasión.
El título presentado anoche fue Suspiria, filme del año 1976 dirigido por Dario Argento. Una joven y guapa Jessica Harper interpreta a la estudiante que ingresa en una exclusiva academia de baile, en cuyos pasadizos secretos se cuecen historias de brujería. Desde el momento de su desembarco en el aeropuerto, cada uno de los detalles de cada situación invitan al suspense -de entrada, la música intensa y repetitiva, la tormenta o la soledad de la protagonista cuando sale por las puertas automáticas de la terminal-, manteniendo al espectador en tensión durante casi todo el tiempo hasta llegar al final.
Haciendo honor al género de terror, varias escenas invitan a removerse en el asiento. Los efectos especiales son muy limitados, cosa que no puede reprocharse a un título de mediados de los setenta, pero aún así un adecuado juego de luces y sombras, el ritmo acelerado de la música y el encuadre de la cámara en cada momento invitan a meterse dentro de la película y sentirla de principio a final. Cualquier película mejora en la gran pantalla respecto al televisor de casa, por mucho que tengas uno de 42 pulgadas con home cinema -que no es mi caso…-, pero títulos como este creo que ganan gran parte de su intensidad precisamente a las características que le brinda la gran sala de cine.
Una vez más, cierro recomendando al lector -siempre que sea mínimamente seguidor del género- que vea esta película si tiene ocasión.
te recomiendo kitchen stories, a ver si tengo tiempo (ofu!) y escribo algo :)
ResponderEliminarSuspiria es, sin duda, la película más conocida y mejor valorada de Argento. De hecho en las pocas en las que se la ha reconocido el mérito, aunque para mi casi todas sus películas son una referencia indudable. Este italiano es uno de los directores con más estilo que ha dado el cine y el padre del terror moderno. Suspiria pertenece a su etapa de lo "sobrenatural" , en principio formaría una trilogía "La trilogía de las madres" que continuó con Inferno, pero no pudo acabar.
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