miércoles, 3 de agosto de 2011

Beatus Ille, Antonio Muñoz Molina

En 1986 se publicaba Beatus Ille, que habría de ser la primera de novela dentro de la prolífica bibliografía de Antonio Muñoz Molina. Con ella nacía en su imaginación y se extendía por las librerías de medio mundo esa ciudad hecha a medias de realidad y ficción llamada Mágina, lugar que actuaría como telón de fondo en otras obras suyas, como en el caso de El jinete polaco.

Son vagamente las cinco de una tarde de primeros de agosto. Hace escasos minutos que di fin a la lectura del libro, tras haber acompañado a Minaya hasta la estación de tren de Mágina donde habría de tomar el expreso camino de Madrid, que ha pasado varios meses en casa de su tío Manuel con la intención de escribir la tesis doctoral de su carrera acerca de un olvidado poeta de Mágina del que antaño fuera íntimo amigo, Jacinto Solana. Veo aparecer frente a mí las palabras mientras mi cabeza sigue allí, con ellos, con Inés y con Minaya, con Mariana, con Manuel, con tantos personajes a quienes he seguido como un espía durante las últimas semanas, que para ellos se han convertido en décadas. He indagado en su memoria y en sus gestos tratando de comprender cada uno de sus actos, de encontrar la justificación a la forma en que han seguido un juego iniciado desde antes de la guerra civil hasta algunas décadas después, cuando de la mano de Minaya he ido desgranando las jugadas sobre el tablero, ignorando, como él, que mis pasos se veían alumbrados desde la sombra. 

Beatus Ille junto a un billete de tren a
Linares - Baeza convertido en marcapáginas

 Ahora todo ha terminado. Vuelvo de Mágina recordando cuanto he visto y cuanto he aprendido, rememorando imágenes que quedarán grabadas para siempre en mi cabeza, el perfil de Inés a contraluz desnuda en la biblioteca junto al fuego con una copa en la mano, como evocadora en cierto modo de esa otra estampa anterior en el tiempo, Mariana, con un camisón de raso que deja traslucir las líneas de su cuerpo en la funesta hora en que un disparo acabó con ella, doña Elvira en su encierro permanente de su habitación de la planta superior, sumida en la soledad y el silencio como fórmula de reproche contra los demás habitantes de la casa, el cortijo próximo al río llamado La isla de Cuba donde Solana habría de pasar sus últimos días, el viejo Justo Solana, padre del escritor, quien quiso huir de la guerra y de la estupidez humana refugiándose apartado de todo en la pequeña cabaña de la huerta. Elvira, Utrera, Amalia, Beatriz y su aspirante a amante, Orlando, fotografías nupciales que congelan en medio segundo todo un pasado y la grave intención de un incierto futuro, turbas de fieles partidarios de la República con cuyos actos se disponían a la altura de los auto proclamados defensores de la patria, muertos y vivos cuyas biografías se entrelazan y confunden en el tiempo.

Una vez más acabo la lectura de un libro de Antonio Muñoz Molina con la secreta pregunta de por qué no cayó en mis manos antes, por qué esperó hasta ahora, hasta hoy, para abrirse ante mí y desvelarme paso a paso la encrucijada de sendas que toman como fin una sola y última, el final magistral que el mismo Solana hubiera deseado para ese Beatus Ille que quiso fuera su libro absoluto y definitivo.



Ficha del libro:

Beatus Ille, Antonio Muñoz Molina. 356p.
Editorial Seix Barral, ed. Booket. 7 €

2 comentarios:

  1. ¡¡Al final lo has terminado antes que yo!! como en el jinete polaco, no he leido casi nada para mantener la incertidumble por si se te escapa algo.

    Confio terminarlo pronto. Besos!

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  2. ¡Me ha encantado esta reseña! Ne he leído nada de este autor hasta ahora, pero ya me basta para saber que quiero hacerlo. Leí la entrada en la que publicabas un fragmento y me gustó mucho.
    ¡Un abrazo!

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