sábado, 31 de diciembre de 2011

Otro año que termina, otras vidas que comienzan

Ya queda poco para la media noche. Pronto llegaremos a ese margen casi mágico, esa línea invisible trazada entre dos años, trescientos sesenta y cinco días a cada lado separados por apenas unos segundos.

Así como cada día se abre como una nueva promesa, este año que termina arrancó como el prólogo incompleto de todo lo inventado y lo imaginable, como un viaje que habría de contenerlo todo más allá de lo predecible y que poco a poco se iría desgranando, al ritmo de las hojas que caen del calendario.

He vivido. He leído. He viajado. He amado. He perdido. Y, sobre todo, he aprendido infinidad de cosas que me han hecho ser consciente de lo inabarcable que es el conocimiento, a la par que imprescindible. He tratado con mayor o menor fortuna de darme una nueva capa de ese barniz que está en los libros, en el teatro, en la música, en el cine, en la pintura, en cada amanecer en lugares que conozco o en los que soy extranjero, en cada sonrisa y cada lágrima que han vertido por mi o que yo he dejado correr por otros.

He escrito kilómetros de textos, de los cuales tal vez no se salvan de la quema más que unas cuantas páginas, ayudado por ese condensado pero maravilloso taller de narrativa al que debo cuantos conocimientos fui capaz de atesorar en mi memoria, junto a la nueva e impagable amistad de varias personas que aprecian tanto o más que yo las palabras, y cuanto con ellas puede hacerse.

Me he hecho infinidad de preguntas, de las cuales muchas se saldaron con alguna razonable respuesta. Otras pasarán a la historia vacías, se diluirán para siempre, se perderán en la misma incertidumbre que las vio nacer.

La lotería pasó de largo por mi puerta, pero aún así me siento muy afortunado por todo cuanto la vida ha tenido a bien enseñarme en los últimos tiempos y por la posibilidad que esta me brinda de rodearme de excelentes personas a las que amo como solo se puede amar cuando se aprende a valorar a los demás como he aprendido.

Podría citar ahora varias decenas de nombres de todos y cada uno de aquellos que habéis hecho de este año una nueva experiencia, pero otros irían cayendo tarde gota a gota de entre mis recuerdos y no quiero dejarme a nadie en el camino.  Cada uno de vosotros sabe cuánto os debo: a unos, mi interminable agradecimiento, a otros, la mitad de mi vida. Un fuerte abrazo para todos y mis mejores deseos para este año próximo, para esta nueva etapa en el camino de esa Ítaca que de alguna manera todos llevamos dentro.

Que lo mejor de vuestro pasado nunca haga sombra a lo mejor en cada instante de vuestro presente.




Feliz año 2012



Pedro Pablo Rubens,  La adoración de los Reyes Magos (1624)

No hay comentarios:

Publicar un comentario