domingo, 18 de diciembre de 2011

Como felinos bajo el sol

El viento juguetea a lo lejos con las estelas de vapor con las que uno tras otro tantos aviones arañan el cielo. La plaza de San Francisco es un hervidero de gente hacia medio día de este sábado de diciembre. Los gatos vagan a sus anchas por los jardines del edificio de la Diputación, gozando de esa comodidad egoísta tan suya, dejándose caer sobre la hierba con desgana maquiavélica, gozando al sol sereno de invierno. Tras un breve paseo me confiero a la espera mientras deambulo de pie por la plaza, entre críos con gorro de lana que pasean de la mano de sus padres y haraganes que se entregan con denuedo al ejercicio de no hacer nada.

Cansado de permanecer de pie poco después me acomodo junto a ellos, sentado en el muro de la verja del viejo edificio, abandonado a la pereza, aterido por el frío a ratos, sintiendo otras veces el cálido escozor del sol en la cara. Una alarma en mi cabeza insiste en avisarme de que estoy desperdiciando el tiempo y debería ponerme a hacer algo. Trato de ignorarla.

Me siento vacío por primera vez en bastante tiempo, vacío y desconectado, tratando de no pensar en nada, de no preguntarme por lo que hice ayer ni por lo que podré hacer mañana, ni tan siquiera hoy, ni tan siquiera cuando la espera se extinga en torno a la una y marche a otra parte en buena compañía.

Cierro los ojos, la cabeza recostada en la verja metálica, y me dejo llevar por el mundo que me envuelve como si se tratara de una obra de teatro en un serial radiofónico. Atrapo al azar fragmentos de conversaciones, me sumerjo en ellas, contengo la tentación de responder, del mismo modo que le hablo al locutor de Radio3 cada mañana.

Una brisa cortante me trae de nuevo, mientras el sol empieza a ocultarse tras los tejados de la catedral. Regresan poco a poco a mi cabeza cada una de las historias, personas y lugares que la amueblan, y de nuevo la alarma se hace presente, con la insistencia fastidiosa de un crío aburrido: estás matando el tiempo, haz algo ya.

Alguien que no soy yo llega tarde a su cita. Tomo el cuaderno. Empiezo a escribir.




4 comentarios:

  1. Muy interesante paseo!!! La proxima vez si quieres me invitas, Un placer conocer tu blog, Saluditos desde Puerto Rico!!

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  2. ¿Habías quedado con la inspiración? Ella siempre llega tarde, o a veces demasiado pronto, es caprichosa la inspiración, ya lo sabes. Pero, después de todo llegó, que es lo importante.

    Bonito paseo :-)

    Un abrazo.

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  3. Jacky, es la conjunción de momentos como ese y otros aún mejores lo que justifica que valga la pena seguir soportando los desmanes a los que a menudo la vida nos somete; motivo de más para disfrutarlos al máximo e incluso literaturizarlos para que no se pierdan en la desmemoria. Gracias de por pasar por aquí.

    Encarni, no fue con la inspiración, sino con alguien de carne y hueso, filósofo a tiempo parcial al que bien conoces, con quien había quedado, si bien se entretuvo en esos mundos que nos pierden, buscando un libro en la biblioteca, y llegó veinte minutos después de la hora acordada. No hay mal que por bien no venga, pues de su tardanza nació este texto. Un abrazo!

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  4. letras nacidas de la espera, no está mal, a veces pasan suele pasar, sin querer salen cosas buenas nacidas del fondo de nosotros mismos, las musas te pillaron esperando.

    besicos

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