martes, 31 de enero de 2012

Amanece en este mundo raro

Amanece como cada día en este mundo raro. Amanece y en el vacío de la oscuridad cegada por las cortinas una alarma avisa de la necesaria crueldad de enfrentarse a un nuevo día. De la radio desembocan notas difusas, acordes que probablemente no he oído en mi vida y que tal vez no vuelva a oír, cuánta música para escuchar en tan poco tiempo.

Durante los primeros minutos no es complicado permitirse algún amago de felicidad matinal, una sonrisa breve, una ilusión inspiradora. A ese mínimo que justifica cada momento y cada acción, desde lavarse los dientes a cumplir convenientemente con cada trabajo, se le añade un punto de fantasía alumbradora de todas y cada una de las posibilidades que un día es capaz de proveer. Entonces llegan las noticias.

Sin perder el tono jocoso que las convierte en digeribles a esa hora de la mañana, son narradas por un locutor acostumbrado ya a ofrecer crónicas negras casi cada día. Un día porque una compañía aérea, cansada de arrastrar pérdidas durante toda su vida, decide de un momento a otro que no quieren seguir jugando. Y quienes mientras suena la música dan vueltas alrededor de las sillas –los empleados y los usuarios, junto a un país que mira boquiabierto-, se encuentran de pronto con que ya no hay ni música ni sillas. El malo del cuento se cepilla de un golpe y sin pensarlo varios centenares de familias. Hagan juego, señores.

Otro día toca levantarse con aquello de que el número de parados en este pais, pasmo de las Europas y las Americas, ya se acerca a los cinco millones trescientos mil parados en lista. Seguimos engrosando el rosario de Se Vende y Se Alquila. Y encima pedimos… ¿voluntarios para cubrir servicios públicos?

Otro día, ese alto directivo de esta compañía llamada España S.A., se permite el lujo de dejar caer ante sus correligionarios europeos que todavía tiene fuerza para seguir dándole uso a la llave inglesa, y es que la tuerca aún pide más tensión. Por si alguien se escapa de la trampa. Hasta me espera una huelga, oyes, deja caer como si estuviera capacitado como para aguantar eso y un 23-F. Como si la gente saliera a la calle acaso para gritar alabanzas a su persona.

Otra noticia nada despreciable: la enésima reforma educativa de la España reciente, con eliminación de Educación de la ciudadanía en pos de otra asignatura un poco más light, además del baile de cifras de aquí para allá, conjugando años y cursos como el trilero que mueve los vasos. Mientras tanto toca preguntarse cuando nos bajará la fiebre de la titulitis, nos centraremos y aprenderemos.

Abro un diario digital y los titulares abrasan. Apenas ojeo la primera noticia, cuando me decreto ignorante por hoy en materia informativa: uno de cada cuatro españoles se encuentra al borde de la pobreza. No quiero saber nada más. La misma tierra donde hasta hace poco se construían aeropuertos como quien construye una caseta para el perro, la misma en la que se tiraban miles de kilómetros de nuevas líneas de alta velocidad, la misma donde cada gramo de tierra tenía los días contados en pos del necesario y productivo hormigón. Uno de cada cuatro.

Quiero despertar de pronto y pensar que nada de todo esto existe, que la gente no pasa hambre de forma tan burda y gratuita, que no nos miran desde fuera de las fronteras tronchándose de risa y alabando lo typical spanish que somos. Quiero despertar y redescubir mi derecho a ser feliz, y no verme marcado de esta manera por tantos dolores propios y ajenos.



¿Despertaré?

¿Acaso perderemos por completo las formas en esta tierra cainita una vez más?




1 comentario:

  1. Esta es la crónica que nos toca, lamentable pero es así. Nos toca muchos amaneceres como el que nos describes con cierta ironía, pero sin ironía todo esto sería todavía peor de llevar. Me ha gustado la forma que le has dado a este amencer raro.

    Un abrazo.

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