Anoche regresé al Nuevo Teatro Infanta Leonor para asistir a esa mezcla de concierto y comedia que es la obra del grupo formado por Yllana y Ara Malikian. La obra, de un solo acto y de hora y media de duración hizo las delicias del público, que llenaba las tres cuartas partes del teatro –y quienes no estuvieron, oye, ellos se lo pierden-.
El trio Yllana, dos violines y un bajo, acompañados de ese otro violín proverbial de Malikian, interpretaron a lo largo del concierto once piezas de todos las épocas, desde una fantasía sobre Carmen en op.25 de Sarasate, pasando por Las cuatro estaciones de Vivaldi, el With or without you de U2 o el Minueto en Mi Mayor T337 de Johann Pachebel.
Destacó la interpretación de Le Javanaise, de Serge Gainsboroug, en un emotivo momento de la actuación, entonada por uno de los músicos, dedicándola, desconsoladamente enamorado, a la chica que había sido invitada al escenario para colaborar en la interpretación de una pieza. A esta continuó otra gran pieza, Yumeji's theme de Shigeru Umebayashi, tema que forma parte de la banda sonora de película Deseando amar.
Vi ante mi como se fundían la precisión musical, no comprometida en ningún momento a pesar de los saltos y de los movimientos constantes de un lado para otro, con el teatro de comedia, con el drama, con géneros como el blues –sin que faltasen las gafas de sol a lo Blues Brothers-, con el flamenco combinado con elementos taurinos… y sobre todo un derroche de buen humor excepcional.
Me agradó ver cómo a mi derecha un niño de unos doce años disfrutaba del evento tanto como los mayores. El mismo niño que podría estar en ese momento diriendo a un valeroso muñeco bidimensional que mata marcianos, o ese otro que probablemente andaría compartiendo sus impresiones acerca del último capítulo de Padre de familia, estaba sentado a mi lado, riéndose sanamente y lanzándose el primero a aplaudir o a llevar el ritmo a coro con el resto del público.
Aunque no crucé con él una sola palabra, y para él ese peronaje de camisa azul y zapatos sentado a su izquiera que se rie casi como un niño no fue probablemente más que otro personaje de entre el público, a mí su presencia y actitud mi hizo pensar un par de cosas: primero que había en él una madurez que por su comportamiento le aproximaba a mí, o bien yo padecí un retorno a la infancia que me aproximó a él; por otra parte, pensé, con unos cuantos como estos, que lean, que piensen, que vayan al teatro y a toda esa clase de eventos que parecen aburrir tanto al distinguido en la era del Facebook, que no se dejen arrastrar del botellódromo al último juego a la Xbox sin otro interés o perspectiva en la vida, y que sean capaces con el paso de los años de rehuir a los mercachifles que pretendan venderles la moto de un todo a cambio de nada -al final lo barato siempre sale caro-, puede que todavía esté justificado el seguir luchando, así como el reprimir las ganas que cada vez que abro un periódico me vienen de desear que en el próximo temporal caiga azufre en lugar de agua. Siempre quedarán diez justos en Sodoma. Lo difícil es saber encontrarlos.
Y regresando a Pagagnini, para quienes no terminen de creer cuanto acabo de decir, una pequeña muestra:
¿Quién se anima a asistir a la próxima actuación?
www.pagagnini.com
El trio Yllana, dos violines y un bajo, acompañados de ese otro violín proverbial de Malikian, interpretaron a lo largo del concierto once piezas de todos las épocas, desde una fantasía sobre Carmen en op.25 de Sarasate, pasando por Las cuatro estaciones de Vivaldi, el With or without you de U2 o el Minueto en Mi Mayor T337 de Johann Pachebel.
Destacó la interpretación de Le Javanaise, de Serge Gainsboroug, en un emotivo momento de la actuación, entonada por uno de los músicos, dedicándola, desconsoladamente enamorado, a la chica que había sido invitada al escenario para colaborar en la interpretación de una pieza. A esta continuó otra gran pieza, Yumeji's theme de Shigeru Umebayashi, tema que forma parte de la banda sonora de película Deseando amar.
Vi ante mi como se fundían la precisión musical, no comprometida en ningún momento a pesar de los saltos y de los movimientos constantes de un lado para otro, con el teatro de comedia, con el drama, con géneros como el blues –sin que faltasen las gafas de sol a lo Blues Brothers-, con el flamenco combinado con elementos taurinos… y sobre todo un derroche de buen humor excepcional.
Me agradó ver cómo a mi derecha un niño de unos doce años disfrutaba del evento tanto como los mayores. El mismo niño que podría estar en ese momento diriendo a un valeroso muñeco bidimensional que mata marcianos, o ese otro que probablemente andaría compartiendo sus impresiones acerca del último capítulo de Padre de familia, estaba sentado a mi lado, riéndose sanamente y lanzándose el primero a aplaudir o a llevar el ritmo a coro con el resto del público.
Aunque no crucé con él una sola palabra, y para él ese peronaje de camisa azul y zapatos sentado a su izquiera que se rie casi como un niño no fue probablemente más que otro personaje de entre el público, a mí su presencia y actitud mi hizo pensar un par de cosas: primero que había en él una madurez que por su comportamiento le aproximaba a mí, o bien yo padecí un retorno a la infancia que me aproximó a él; por otra parte, pensé, con unos cuantos como estos, que lean, que piensen, que vayan al teatro y a toda esa clase de eventos que parecen aburrir tanto al distinguido en la era del Facebook, que no se dejen arrastrar del botellódromo al último juego a la Xbox sin otro interés o perspectiva en la vida, y que sean capaces con el paso de los años de rehuir a los mercachifles que pretendan venderles la moto de un todo a cambio de nada -al final lo barato siempre sale caro-, puede que todavía esté justificado el seguir luchando, así como el reprimir las ganas que cada vez que abro un periódico me vienen de desear que en el próximo temporal caiga azufre en lugar de agua. Siempre quedarán diez justos en Sodoma. Lo difícil es saber encontrarlos.
Y regresando a Pagagnini, para quienes no terminen de creer cuanto acabo de decir, una pequeña muestra:
¿Quién se anima a asistir a la próxima actuación?
www.pagagnini.com
Si tienes ocasión de verles (conmigo o sin mí ;) ) no desaproveches la oportunidad. Imagina hora y media en la misma línea de lo que ofrece el video anterior. Hora y media para olvidarse de todo y ser plenamente conscientes de que la vida está para hacer todo lo posible por disfrutarla. Lo demás viene de serie, aunque no lo pidas.
ResponderEliminarUn abrazo, y saluda a Nala de mi parte!
Geniales! todos muy buenos instrumentistas,y como actores los encuentro estupendos. unos más que otros.Yo destacaría al chelista,me parece impresionante.
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