sábado, 12 de febrero de 2011

Jaén, el tranvía y la cabra del campanario

Ayer se llevó a cabo la segunda prueba de rodaje del tranvía, pero no todo salió como se esperaba. A la altura de la calle Eduardo García Triviño un grupo de enfadados comerciantes se situaron en las vías a modo de manifestación contra lo que consideran, supongo, el cáncer que está acabando poco a poco con sus negocios. La misma estampa imaginable hace doscientos años, con trajes de la época y herramientas del campo en las manos en lugar de pancartas protestando contra la invasión de esa Ilustración que tanto gustaba en Europa pero que a nosotros, tan para lo nuestro y tan tradicionales, nos tocaba tanto los cascabeles.

Es innegable que las obras de construcción del tranvía han hecho daño, o más bien han colaborado con la crisis, especialmente en determinados puntos del trazado. Pero ahora, una vez terminado, considero más sensato tratar de sacarle partido en lugar de rompernos la camisa y gritar vivan las caenas. Los negocios que por culpa de las obras se vieran abocados al cierre ya están cerrados; los que quedan, deberían adquirir una posición más constructiva y tratar de aprovechar como una gran ayuda lo que consideran un problema.

Una red de comercios adecuada, por el número de tiendas, por variedad de productos, por precio, por atención, tiene de entrada los ingredientes necesarios como para funcionar bien. Si además saben, en el caso que nos ocupa, sacar partido al tranvía, esto que tanto critican puede ayudarles a mejorar notablemente. Baste como ejemplo que cualquier persona residente en la parte alta de la ciudad se lo pensaría mucho y debería tenerlo muy claro a la hora de bajar a Eduardo García Triviño para comprar algo, ya que ni los autobuses urbanos destacan por sus rutas y frecuencias ni la opción del vehículo privado es muy tentadora -para los desmemoriados, antes de las obras del tranvía el tráfico ya era un desastre-. Cualquiera que haya visitado esta ciudad, sabe además que la orografía tampoco acompaña.

Además nos enfrentamos a algo que a nadie parece importarle, o a casi nadie, pues ahora que está de moda y aparece en televisión a diario, como es la contaminación atmosférica, especialmente concentrada a causa de la falta de lluvias y el desplazamiento de masas de aire. Presumen en grandes núcleos urbanos como Madrid o Barcelona de tener una nube negra que impide ver el horizonte; ahora mismo una neblina parduzca no me deja ver los cerros del fondo más allá del Puente tablas. ¿Íbamos nosotros -como en cualquier otra ciudad- a ser menos?. ¿Es necesario que el clima se trastorne, que se disparen los casos de enfermedades, que no se pueda cambiar de rumbo, para que nos demos cuenta de una vez y cambiemos muchas cosas?. El tranvía, en una ciudad como esta tradicionalmente desarrollada como si fuera un pueblo -calles estrechas y trazados incoherentes-, con pendientes en la mayor parte de las calles, debería ser visto como agua de mayo, y sin embargo es enfocado por una gran mayoría como un gasto enorme e innecesario que afea las calles, será desmantelado a lo sumo en un par de años y no presenta mejora alguna respecto al coche, fastidiando además el tránsito de este.

¿Es necesario, una vez más, que todo se vaya a la mierda para que nos demos cuenta de lo que estamos haciendo mal? ¿Cuándo nos va a servir de algo llevar 30 siglos tropezando en las mismas piedras con distintas formas?

3 comentarios:

  1. El tranvía es prometedor. Es más, me encanta el detalle de que practicamente atraviese la ciudad, lo que hace que me guste bastante más que el de Sevilla, que es el único que conozco.

    Las sinfonías de las que te hablaba esta tarde eran la 8ª de Dvorak (o incluso la conocidísima 9ª), cualquiera de las 4 de Brahms (mi preferida es la 4ª) la 5ª de Sibelius, 3ª de Malher...

    Muchas gracias por tu visita. Me ha encantao.

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  2. Por cierto. No solo estoy leyendo el Jinete Polaco. También vi El tren del infierno. No puedo decir que no me gustará pero tampoco me impactó ni nada parecido.

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  3. Tomo nota de las recomendaciones musicales. En cuanto a la película, para mi tampoco fue un antes y un después, pero como el ferrocarril siempre fue un tema que me atrajo, le encontré su puntito.

    Un abrazo.

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